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PARA QUE EL DIALOGO-DEBATE FUNCIONE

El dialogo se inspira en la observación de que nunca hay una razón segura que se contraponga a una segura sinrazón, sino que hay dos razones más o menos fuertes. El problema es entonces el de establecer no quién tiene razón, sino quién tiene más razón o más razones de su parte. Por lo cual, usar todos los argumentos concebibles e imaginables no debería entenderse como algo premeditado y a evitar, sino como un acto conveniente y a alentar.
A tener en cuenta:
  • No nos consideremos infalibles; no creamos que nuestras ideas son intocables y nuestros argumentos incontrovertibles. Tenemos todo el derecho a tratar de ser convincente, pero, si no lo logramos, reconocozcámoslo, por lo menos en nuestro interior. Mantengamos abierta la duda y la disponibilidad a revisar nuestra posición de partida.
  • Busquemos un punto de partida común. Es desalentador medir algo con dos varas distintas. La idea de que no se puede discutir si no se está de acuerdo puede sonar a paradoja, pero compartir al menos una premisa resulta fundamental por ese principio banal pero ineludible según el cual “ex nihilo nihil”1.
  • No afirmemos como si fuera objetivamente verdadero lo que sabemos que es subjetivo2.
  • Aportemos las pruebas que se nos pidan, aunque estemos a medias en el dialogo-debate. No sigamos el discurso si alguna de las premisas están en duda. Si se nos exige que demostremos algo, hagámoslo o probemos que es una pretensión absurda. Las pruebas serán de la calidad adecuada y la cantidad, suficiente (puede bastar con una sola o puede ser necesario reunir más de una).
  • No eludamos las objeciones, demosles importancia. En la disposición a responder a las contestaciones y a las críticas está la razón de ser de la discusión; por tanto, eludirlo la hace naufragar.
  • No eludamos la carga de la prueba. Cuanto antes mejor.
  • Tratemos de ser pertinentes, con argumentos adecuados. La irrelevancia de los argumentos es una de las causas más difundidas del vicio lógico.
  • Esforcémonos en ser claros. La ambigüedad no es un excelente recurso para el que debate.
  • No deformemos las posiciones ajenas. Al referir los hechos o reformular las intervenciones del otro, apliquemos el sentido constructivo, seamos comprensivos y en sentido contrario, no distorsionemos. Atengámonos a la mejor interpretación posible de la posición de nuestro interlocutor.
  • En presencia de nuevos elementos, aceptemos la reapertura del debate y la revisión del caso.
  • Usemos la empatía, seamos sinceros. Todas las dudas y puntos de vista pongámoslos “encima de la mesa”.
1Nada surge de la nada

2Todo es subjetivo, nada es objetivo. Lo confirman las última teorías cuánticas.

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