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LAS CLAVES DEL CONFLICTO EN MALI


 de Claudia Fonseca Sosa
La crisis política que vive Mali por estos días, tras el golpe de Estado de marzo del 2012, puede considerarse la más grave desde que este país africano logró independizarse de Francia en 1960. La misma potencia colonial a la cual acude ahora el presidente interino Dioncounda Traoré en busca de ayuda para frenar el avance de los grupos armados antigubernamentales que ocupan el norte del país.
foto: reuters SOLDADOS FRANCESES EN MALI.
El Consejo de Seguridad de la ONU —del cual Francia es un miembro permanente— aprobó el lunes la intervención militar gala y la participación en ella de las fuerzas de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental, en apoyo al débil ejército maliense.
Pero en el campo de batalla resonaban los cañones desde el 11 de enero, cuando el Ejecutivo de Mali decretó el estado de emergencia nacional. De acuerdo con estadísticas difusas, cientos de miles de personas se han visto obligadas a emigrar hacia países vecinos como Argelia, Mauritana, Senegal... ; lo que pudiera desencadenar una crisis humanitaria en el norte de África.
ESCENARIOS
Fuentes diplomáticas coinciden en que el conflicto involucra a varios grupos armados con diferentes objetivos. Por un lado están los islamistas de Ansar Dine, quienes controlan las ciudades norteñas más importantes de mali: Tombuctú, Kidal y Gao. Ellos quieren imponer la Ley Sharia en una nación de mayoría musulmana pero definida constitucionalmente como Estado laico con libertad de expresión religiosa.
Los taureg del Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA) buscan, por su parte, el reconocimiento de su autodenominado Estado Independiente del Azawad, comprendido por las tres localidades mencionadas antes, más una parte de Mopti. Una zona sobre la cual el Gobierno no tiene control desde principios del 2012 y que equivale a casi la mitad del territorio nacional.
Otros colectivos más pequeños como el Movimiento para la Unidad y la Jihad en África Occidental (Mujao) también participan en la rebelión. Mientras, informaciones no corroboradas señalan que insurgentes yihadistas extranjeros están estableciendo campos de entrenamiento en las zonas que están en manos de los opositores.
Es necesario destacar, además, que en las filas del MNLA hay taureg malienses que estuvieron involucrados en otros conflictos regionales y regresaron a Mali entrenados y con abundante armamento. La Inteligencia francesa afirma que estos combatientes poseen, sobre todo, armas de infantería que pudieron haber sido compradas a traficantes locales, por lo que de extenderse el conflicto esta actividad ilegal tendería a incrementarse.
Tras el golpe de Estado al presidente Amadou Toumani Touré, perpetrado por fuerzas militares descontentas con el auge de los movimientos insurgentes en el país, el entonces presidente de la Asamblea Nacional, Dioncounda Traoré, asumió el liderazgo de Mali. Sin embargo, este tampoco pudo controlar la situación.
La inestabilidad originada luego de la acción golpista encabezada por el capitán Amadou Sanogo —quien recibió entrenamiento militar en Estados Unidos— facilitó la toma de los territorios ocupados actualmente por los islamistas radicales.
¿QUÉ BUSCA FRANCIA?
Aun cuando fue el propio Gobierno maliense el que solicitó la presencia de su expotencia colonial en el conflicto, analistas políticos no descartan la posibilidad de que Francia aproveche la llamada "guerra contra el terrorismo" para hacerse de un nuevo pedazo de pastel muy rico en hidrocarburos y recursos minerales como el oro y el controvertido uranio. ¿Será este el motivo oculto del presidente Francois Hollande o su imprevista misión no es más que un mecanismo para desviar la atención mediática de su pérdida de popularidad y sus incumplidas promesas electorales, en medio de la crisis europea?
Voces contrarias a la intervención, como la del copresidente del Partido de Izquierda y excandidato presidencial francés, Jean-Luc Mélenchon, observan que la resolución de la ONU sobre Mali estipulaba una misión encabezada por países del continente africano y no por Francia, como en la práctica está sucediendo.
El secretario nacional del Partido Comunista Francés, Pierre Laurent, quien asegura que con la guerra no se solucionará nada, cuestiona asimismo la actuación de su país y lamenta que la decisión de intervenir en Mali se tomase sin autorización ni debate en el Parlamento.
No se puede olvidar tampoco que Francia tiene un amplio historial injerencista en sus antiguos dominios coloniales en momentos de revueltas, golpes de Estado e inestabilidad política. Tales fueron los casos de Gabón, la República Centroafricana, Costa de Marfil y la República del Congo. De hecho, el país europeo "nunca ha dejado la región del todo", apunta el analista británico Tim Whewell.
En tanto, Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte dieron el visto bueno a la iniciativa del presidente Hollande y le ofrecieron apoyo logístico (drones e inteligencia) para sus maniobras, aunque todavía no se han decidido a enviar soldados. En cambio, la Unión Europea ya anunció su envío de tropas para mediados de febrero.
Un oscuro escenario se cierne nuevamente sobre el continente más rico en recursos naturales y, a la vez, el más maltratado por el egoísmo y la ambición humana. ¿Será Mali el próximo Afganistán?